domingo, 4 de febrero de 2024

La tragedia de Chile

 A esta hora, los chilenos lloramos a 99 compatriotas que perdieron la vida con los incendios mas grandes que se han registrado en nuestro país en los últimos 50 años. Esa es la cifra oficial, pero se habla de la cifra de 300 personas desaparecidas. Ayer por las redes se publicaba una foto de dos hermanito que salieron corriendo de su casa y que alguien los recogió y no se sabia nada de ellos. Hoy se supo que murieron calcinados junto a un adulto, al parece su padre o un familiar, dentro de la camioneta en la que intentaban arrancar del infierno. Esa noticia nos duele en el alma, como nos duele  la perdida de la vida de cada uno de nuestros compatriotas y nos duele ver como los sueños forjados hasta ayer, se fueron, se quemaron en un incendio voraz, terrible, que no tiene parangón en nuestra historia.

Me habría gustado poner mi segunda nota del año 2024 con otras historias, pero se dio que no tuve internet y por lo tanto no pude publicar nada hasta hoy.

Se dicen muchas cosas, que estos incendios fueron intencionales, que detrás de ellos hay inmobiliarias  que quieren ocupar esos terrenos, que detrás de los incendios forestales del resto del país están las empresas que quieren comprar tierras a bajos precios. Nada de eso es cierto. No creo en las teorías conspirativas y me cuesta creer que existan seres tan malvados que estén dispuestos a asesinar con el fuego a quien sea, niños, mujeres, hombres, jovenes, adultos y adultos mayores. No creo en eso. Lo que si postulo es que detrás de esta gran tragedia que hoy nos aflige y que mañana puede afligir a cualquier país, está la desidia de nosotros mismos. Está la indolencia del fumador ( yo soy fumadora) que tira su pucho encendido en cualquier parte, está la indolencia de aquel jovencito que se junta en algún parque a tomarse una cerveza y  tira la lata o la botella en cualquier rincón, está la poca presivilidad que tiene una persona  a la que buscan para que vaya a hacer un trabajo de soldadura en algún campo, cerca de matorrales o pastizales secos. Todos somo culpables. Somos culpables de no educar amando la naturaleza, somos culpables en no enseñar que los riesgos están en todas partes y que ese pucho que fumaste con placer, puede ser el causante de una tragedia si no lo apagas, si no llevas contigo una cajita metálica donde apagarlo y luego botarlo en un basurero. Esta en no prever que esa cerveza que compartiste con tus amigos y luego dejaste tirada, a medida que la temperatura del sol aumenta, se va calentando hasta provocar que el pasto seco, en el cual la dejaste botada comience a arder. Hoy lloramos a nuestros compatriotas, hoy sufrimos viendo las historias de cientos de personas, hoy vemos el cansancio de los bomberos, de los carabineros, de los voluntarios,  pero ayer no pensamos en ellos.

Ojalá ningún país del mundo viva esta tragedia lo personal no le tengo temor a los terremotos ni a los maremotos, pero le tengo pavor al fuego. El fuego te roba todos tus recuerdos, tu identidad y mucho peor, te roba a tus seres amados. En mi caso personal cargo en mi historia el incendio de la casa de mi padre en Puerto Alarcón, donde se le quemó toda su documentación comercial y años después nuestra casa en Chile Chico, casa de madera, en donde en cinco minutos se perdieron el pasaporte de mi padre, todas nuestras fotos familiares, todos los recuerdos de nuestra infancia y juventud.

No voy a compartir ninguna imagen, solo decir que estoy con una inmensa pena.

viernes, 26 de enero de 2024










 Hola amigos, han pasado dos años en los cuales no he escrito ni una letra en este blog. Entré mis metas del 2024 està retomar mi contacto con ustedes  e ir contando historias, nuevas y viejas. Hoy comenzare mostrando algún bellos paisaje de la carretera austral, pero también pidiendo a quienes nos visitan con tanto entusiasmo, que se cuiden mucho. La carretera austral es en su mayor parte un camino de ripio y en este tiempo de verano, muy visitada. Tiene muchas curvas y contracurvas, en muchos lugares es bastante angosta, en otros lugares es de mucha pendiente y en general no se mantiene en buen estado y hay mucha calamina, lo que representa una gran peligro para los conductores que no estàn acostumbrados a manejar en ripio. Por todo esto hay que transitarla lentamente. En la Patagonia no hay que apurarse, aquí lo único que corre es el viento y las aguas de los ríos. Es preferible que ustedes vengan y conozcan menos, viajando despacio y disfrutando el paisaje, antes de que conozcan toda la carretera, manejando por horas, encerrados en un vehículo sin poder disfrutar de la naturaleza prístina y bella que les ofrece Aysén.

Por favor tomen mi consejo. A los aiseninos nos gustan que nos visiten, pero sufrimos mucho cuando sabemos de lamentables accidentes que se llevan algunas vidas. Hace dos días falleciò un motoquero y otro quedó grave, y eso es una pena no solo para sus familias, también para los aiseninos que no queremos que nuestros visitantes pierdan la vida por la velocidad de sus vehículos. Honestamente creo que es mejor conocer 200 kilómetros deteniéndose a cada paso, tomando fotografías y disfrutando del aire puro y de los bellos paisajes, que hacer toda la carretera sin tener tiempo para empaparse de la maravillosa naturaleza que nos entrega una belleza incomparable En su gran mayoria las fotos me pertenecen al haber sido donadas por amigos, salvo la del corderito, que representa la ternura, una foto publicada por Marìa Alicia Fernàndez de Camping Pudù en Rio Tranquilo, un lugar acogedor, altamente recomendable para quienes quieren descansar despuès de un largo viaje.

domingo, 1 de mayo de 2022

Un nuevo trabajo de Investigación

 Muchas personas, creen que los que nos dedicamos a escribir, nos sentamos un par de horas frente al computador y bajo la inspiración divina ,sacamos en pocos días un  nuevoi libro. Es posible que un buen novelista lo pueda hacer así, o bien una persona con un buen discurso narrativo, en pocas horas o días pueda escribir una novela, un cuento, un relato cualquiera. Pero los que nos dedicamos a las investigaciones históricas, tenemos que pasar mucho tiempo estudiando, leyendo y buscando documentos para poder escribir y contar con veracidad episodios de nuestra historia.

Desde hace un tiempo, estoy abocada a estudiar sobre la inmigración mapuche a la región de Aysén. estoy iniciando esa investigación y he tenido que leer a historiadores, etcnografos, tesistas y ensayistas para sentar las bases de lo que es mi hipotesis, que dice que los mapuches no son originarios de Aysén y que llegaron a la zona al mismo tiempo que los otros pioneros o colonos.

Durante años ha existido una controversia entre argentinos y chilenos sobre la pertenencia del pueblo mapuche a ambas  naciones. Los argentinos dicen que son indigenas chilenos y los chilenos dicen que son indigenas argentinos. La verdad sea dicha, los argentinos no tienen razón y los chilenos tampoco, aunque los chilenos pueden alegar a su favor, de que los mapuches entraron a Chile por el territorio que hoy es Argentina.

En estos momentos no voy a dar  muchas explicaciones de mis muchas lecturas y estudios sobre  los mapuches, peero hay algo que me llama la atención y que compartiré con ustedes.

Debido a la alta tasa de cáncer al higado y la prevalencia de la diabetes en la raza mapuche, un tesista de la Universidad Complutense de Madrid, España, llamado  Carlos Hernando Parga Lozano, realizo un estudio genetico en  104 personas de origen mapuche, no relacionados por origen parental y de distintas comunidades, llegando a la conclusión de que los actuales mapuches tienen una gran diversidad genetica a través del mestizaje por la vía materna y que en definitiva  ellos descienden  de los Uros, habitantes de la meseta de Collas de Bolivia y Perú, de los Wayuu, habitantes de Guajira, Colombia, de los tarahumaras, habitantes de Mexico, de los lamas, habitantes de Perú, de los Quechuas, habitantes de Ecuador, Perú, Bolivia y el norte de Chile y de los Aymaras quienes habitaban desde Ecuador a Chile en las zonas precordilleranas o altiplánicas. La lengua, que hoy conocemos como mapudungun, era una lengua común a todos estos pueblos originarios, con distintos giros,con origen en la lengua chipalla, dependiendo de las zonas, al igual que el español que hoy se habla en toda hisponoamérica y por ejemplo en Chile se dice guagua por un bebé recién nacido, pero en otros paises se les denomina guagua al transpote público y hay palabras que se usan en la Araucania como chaira, niachi etc que son palabras de origen quechua. 

Los actuales mapuches fueron los primitivos Reches, a los cuales sus enemigos acérrimos, los incas, les denominaban  araukas, derivado en araucanos, cuyo significado era peyorativo y significaba algo así como pueblo peleador o belicoso. Los reches bajaron hasta la actual Araucania por el lado este de la cordillera de Los Andes, nunca cruzaron el desierto de Atacama y en la medida que avanzaron sobre el actual  país argentino, fueron guerreando, tomando cautivas y llegaron a las actuales provincias de Neuquén y Río Negro en Argentina y cruzaron por algunos pasos cordilleranos asentándose en lo que hoy se conoce como Araucanía, desde el río Bio Bio hasta el río Tolten. quedando un grupo de ellos en la actual Argentina. Conservaron el nombre de reches por mucho tiempo,  fueron conocidos tanto por los incas como posteriormente por los españoles,  como araucanos hasta el siglo XVII, donde ellos se autodenominan mapuche, que significa gente de la tierra Los araucanos, reches o mapuches llegaron a nuestro país en el siglo XVI, pero para entonces ya existian varios otros pueblos originarios y en lo relativo a Aysén, en el litoral, vivían los Chonos, que según estudios arqueológicos a las cuevas funerarias y a los conchales exitentes tienen una permanencia aproximada de cinco mil años  en la región y según estudios, en la unión con mujeres veliches de la Isla de Chiloé dieron origen a los Huilliches.

Es posible que en uno o dos años, esta investigación pueda salir a la luz de forma de libro. No es fácil, después de leer cuanta tesis, ensayo, o  relato histórico disponible, viene el estudio documental para saber cuando y como llegaron los mapuches a nuestra región, luego vienen el ordenamiento de todos los datos, la redacción y posteriormente la edición del trabajo y la búsqueda de financiamiento que está cada día más difícil de conseguir. Lo único cierto, hasta aquí es que los mapuches  no son originarios de Aysén. No hay evidencias que así lo comprueben. Un tema muy interesante y por cierto apasionante.

viernes, 15 de abril de 2022

El baño araucano a la luz de la luna

 

Sigo con los relatos de la señeora E. que son bien entretenidos



 

Hace muchos años teniendo una chica araucana en casa, le dí una toalla y jabón diciéndole que se vaya a bañar  al estero que pasaba cerca de la casa. Creo que el baño de ella era un poco distinto al baño de Cleopatra, pues me dice que no puede bañarse rápido, porque esta acostumbrada a sentarse largo rato en el agua para aflojar el piñén y después restregarse con la arena suave del río. Total que cuando volvió la vimos con una gran camisón que más bien parecía una mortaja de esos tiempos.  Cuando la veo mojar todo el corredor le pregunto porque no se ha secado con la toalla, me contestó que estaba tan limpio el mantel que no se había atrevido a usarlo. Cuando después le pregunté si se había sacado el famoso traje de baño, me miró muy asustada y me  pregunto si yo conocía el cuento del Pillán y me  contó: Nosotros no bañar sin camisa gruesa porque venir el Pillán y me cuenta emocionada. Dicen que la hija del cacique, que era muy bonita, se bañaba siempre en el río y de noche cuando había luna, se quitaba el camisón para verse reflejada en el agua y nadar. Pero una vez que se bañaba con luna llena y estando, contemplándose y cantando su canto triste, le salió el Pillán y no sé que paso que quedó #encantada# por mucho tiempo y que un brujo le hizo algo que no se supo nunca, pero lo cierto es que a la llegada de la siguiente primavera tuvo una guagua, que cuando la vio el cacique se la quitó y la quería matar delante de ella, porque decía que era la ofensa más grande, pues tenía unos lindos ojos azules y la piel no tenía el color de su raza. Se cuenta que ella siempre , en las noches de luna iba al río para ver si aparecía el famoso Pillán, pero nunca regresó. Y un buen día ella  no volvió del río y cuentan, que la encontraron ahogada con su hijo en los brazos. Yo creo que ella se dio cuenta que el Pillán ya se había olvidado del embrujo y andaba pillando en otras partes lejanas. .

Allí me di cuenta que sería lo mejor que siguiera bañándose con esa mortaja y nunca en un momento nocturno.

Nunca olvidaré el antiguo traje de baño, una vez que me acerqué adonde estaba colgado secándose y le ví en el extremo unos cuantos cordones gruesos y pensé que estaban muy bien hechos para contrarrestar la pillería del Pillan.

miércoles, 6 de abril de 2022

Un viaje de nuestro Presidente Pedro Montt al sur.

 

Continuando con los escritos de la señora E, aquí les dejo este relato.

Como buen presidente, don Pedro Montt, cuando estaba en su puesto fue al sur para conocer sus poblaciones y problemas. Cuentan que cuando llegó a Temuco, todos lo saludaban con cariño, tanto los chilenos como los descendientes de extranjeros. También se juntó una gran cantidad de araucanos a conocerlo y saludarlo. El los saludó con mucho cariño y los felicitó por su orden y buena conducta. De repente le dijo entre risas, he oído que ustedes a veces se comen un caballo u oveja del vecino. Allí un mapuche se adelantó y con mucha honradez le dice que es cierto, que cuando ven un animal gordo de algún vecino y tienen deseos de comer carne se lo comían, pero le dijo, a nosotros nos han dicho  que en Santiago todos robar, hasta el Presidente robar y ese ser rico y no tener hambre.

El presidente le pregunta muy divertido que quienes decían eso y el mapuche muy honrado le dice “aquí todos decir eso”.

Dicen que Su Excelencia lo contó en Santiago, a su regreso, con mucho sentido del humor diciendo que en todas partes se aprende algo y los araucanos son valientes para reconocer sus faltas y robos, no como muchos…





Documento histórico

Nuestra soberanía en el Estrecho de Magallanes 




domingo, 3 de abril de 2022

El barco Helga

 Hoy me dedicaré a contarles una historia de un barco de mi querido lago, para ir matizando los relatos de la seeñora E, con mis propios relatos.

Ayer tuve la agradable visita de don Mario Sepúlveda Bering y su hijo Tomás. Don Mario es arquitecto Naval y aunque tiene muchas importantes obras a su haber, en Chile y el extranjero, es una figura histórica en nuestra historia lacustre, ya que fué el arquitecto de nuestra querida barcaza Pilchero. Fue una grata y larga conversación, tanto con don Mario como con Tomás, quien es antropólogo. Durante cereca de trs horas hablamos de muchos temas históricos y entre otraas cosas me contó que era amigo de uno de los hijos de Paul de Smet, quién le contó la historia del barco que  la colonia había traído desde Europa. Como eso no es verdad, hoy les quiero contar el detalle de la historia del  barco Helgo, que fuerea propiedad de los belgas de Chile Chico.


Cuando en el año 1949 se establecen en Chile Chico los miembros de la comunidad belga, traían entre sus proyectos el construir una embarcación de cien toneladas. Al no poder concretar este proyecto, por lo oneroso que les resultaba, deciden comprar en Caleta Córdoba una embarcación que se encontraba varada. Este barco fue construido en un astillero del Río Tigre en Argentina aproximadamente en año 19181. Hecho en madera de quebracho, de gran dureza, que provenía de la zona de la Provincia del Chaco, fue proyectado para la navegación a vela, teniendo un motor auxiliar semidiesel de fabricación alemana de marca Bollinder. Desde su construcción, hasta fines de la década del treinta se dedicó al cabotaje marítimo entre Bahía Blanca y Comodoro Rivadavia. A fines de esa década, fue comprado por doña Elizabeth Doolan Biggs viuda de Jensen quien era propietaria de una estancia en Tierra del Fuego hasta donde lo traslada. En 1941 es vendido a doña Catalina Morrinson esposa de John Dick Henderson, quien lo matricula con el nombre de “Helga” ,bajo bandera chilena en el puerto de Valparaíso. En 1946 la familia de doña Catalina Morrinson vende nuevamente el barco, esta vez a don Pedro López Alfonsín, quien lo traslada a Río Gallegos y le consigue una matricula bajo bandera argentina y mantiene el nombre de “Helga” para el barco. El señor López Alfonsín forma una sociedad dedicada a la pesca del cazón, pez abundante y recién aparecido en el Golfo de San Jorge, y traslada al “Helga” hasta esa zona. El cazón tenía una alta demanda pero desapareció rápidamente y el negocio no fue próspero. Anclan la nave frente a Caleta Córdoba a veinte Km. De Comodoro Rivadavia. Un fuerte temporal arrastró la nave y ocasiona considerables pérdidas a unas instalaciones de YPF, empresa petrolera que entabla pleito en contra de los dueños de la embarcación.. Poco tiempo después otro temporal arrastró al barco hasta las playas de Caleta Córdoba dejándola en muy mal estado. Allí lo encuentran los miembros de la comunidad belga de Chile Chico que andaban en la búsqueda de un barco de similares características y a fines del año 1949 deciden comprarlo. Hecha la transacción, contratan un camión de YPF de grandes proporciones y trasladan el barco hasta el sector del río Pedregoso en las cercanías de Perito Moreno. Lo dejan allí por un tiempo para reparaciones urgentes y luego lo remolcan con el barco “Chile” hasta Chile Chico en donde en poco tiempo queda en condiciones de navegar. Por muchos años el “Helga” sirvió no solo a los miembros de la colonia belga sino que a toda la comunidad. Pero sus armadores no tenían como principal actividad el cabotaje lacustre y deciden arrendar esta embarcación. Estando el barco en Puerto Ingeniero Ibáñez, cargado con más de cuarenta tambores de bencina, una imprudente maniobra de uno de sus tripulantes, que al sentir un fuerte olor a combustible, abrió las escotillas y encendió un fósforo para comprobar el estado de la carga. La llama del fósforo enciende inmediatamente el gas acumulado en las bodegas, y el “Helga“ vuela por el aire en una gran explosión que felizmente, no afectó al tripulante que milagrosamente logró saltar al muelle. Así terminó la historia de una embarcación que navegó en el Atlántico, en el Pacífico y en el Lago Buenos Aires.

1 Smet de, Pablo: Correspondencia personal







jueves, 31 de marzo de 2022

LA RAZA ARAUCANA

 En el año 2018, comencé a transcribir unas notas contenidas en dos cuadernos, escritas por una señora, cuyo nombre y apellidos no los conozco. Solo firma como E de y el apellido del marido aún no lo puedo descifrar. Estos cuadernos  llegaron a mis manos de parte de un jovencito de más o menos 17 o 18 años que era amigo de mis hijas. Vivía en Coyhaique y venía a Chile Chico, así que solíamos invitarlo almorzar o a la hora del té. Como supo de mi interés por la historia, me trajo estos cuadernos que pertenecían, no sé si a su abuela o bisabuela. No regresó a buscarlos, nunca más supe de él y he conservado los dos cuadernos de manera impecable por un poco más de treinta años. Hay muchos relatos, la señor E, escribía sobre política, religión, economía y sus vivencias y son escritos entretenidos que compartiré en este blog. Intento algún día donar estos cuadernos a algún Museo de Pucón Ayer dije que ella había llegado a Pucón en el año 1912, la verdad es que llegó, al parecer en 1910.

Aquí les dejo el relato sobre la raza araucana y hago especial mención de que ella habla de araucanos y no mapuche


La raza araucana

         Se dice que tenían antes un fuerte en Arauco. Vicuña Mackena, en su "Guerra a muerte" ha mencionado la gran valentía y moral de esta raza. Yo pude ver algo de esto cuando el año 12, fuimos invitados por el cacique Cesáreo Antinao a su reducción, o sea donde vivía él, en el valle de Trancura. En una pampa grande que era un pedazo de terreno plano, sin plantas. En un alto estaba la ruca de él, típica araucana y donde creo que por nada del mundo habría modernizado algo. En un gran círculo alrededor de la pampa, las chozas de las mujeres. En el centro jugaban los niños. Claro que al llegar, se perdieron todos no sé dónde, pero cuando el cacique les gritó en su lengua que eran buenos amigos, llegaron de todos lados, también algunas mujeres con su huso y la muchacha que estaba moliendo algo en una piedra grande sobre un cuereo curtido. Los niños jugaban a la chueca, que recuerda ser pariente del golf y así les enseñaban ha tener puntería y hacer fuerza. Otros se pescaban del pelo y trataban de derribarse o se daban de carnerazos agarrados del pelo que por lo general era bastante largo y “bien poblado”, así se les endurecía el cráneo para más tarde pelear la “lonco-lonco.

      Las niñitas estaban alrededor repartidas, algunas trataban de hacer bailar el huso con un poco de lana, y las más chicas, con un palo redondo envuelto en trapos de color y a veces con cintas, jugaban a las muñecas. No era difícil hacer una “muñeca araucana” pues no necesitaba ni brazos ni piernas, todo en ellas estaba amarrado hasta arriba y solo asomaba una carita de palo, porque la cabeza también estaba amarrada con un trapo triangular, parece que tenían antes de nosotras, esa moda. Los mocositos bien chicos que no tenían nada más que un trapo de forma cuadrada amarrado con un cordón rojo de lana, estos tenían montoncitos de piedras redondas y trataba de tirarlas a un hoyo que habían hecho. Me dijeron como se llamaba este juego, pero no lo recuerdo.

     Desgraciadamente con la muerte del cacique se acabó todo esto, y los “mapuche” de hoy día tienen vergüenza de de contar algo de sus costumbres y decir que descienden de una raza valiente y respetuosa entre ellos.

     Esto no quiere decir que los unos se comían las potranquitas del otro y viceversa. Dicho sea de paso, ningún mapuche habría montado una yegua. Estas eran para la trilla, que se hacían todas a yegua y cuando estaban viejas las engordaban y hacían el rico charqui, que lo llevaban en el bolsillo y lo comían crudo como nosotros comemos el maíz tostado. Decían que cuanto más vieja la yegua, más blando salía el charqui. Creo que también esto ha cambiado, pues cuando la carne sale dura se dice que el buey sería viejo…

    El araucano era muy respetuoso entre sí. Cuando salían, primero venía el hombre, unos pasos más atrás venía la mujer, después los hijos hombres y después las niñas. Todos con la cabeza agachada mirando el suelo en señal de respeto y también porque las sendas eran muy angostas y jamás se les habría ocurrido a alguien salirse de la fila.

    También esto ha cambiado con la civilización, pues ahora corren los niños adelante olvidando que los viejos a veces no pueden correr tanto y ningún niño grande sale con sus padres, pues tienen sus grupos, les daría vergüenza salir con sus viejos.

    Cuando preguntamos al cacique que cuantas mujeres podían tener, nos mostró unos cuantos graneros grandes, hechos de tablones de raulí que buscaban y dejaban pulidos y cepillados con una especie de azuela que la manejaban con maestría.  Nos dijo “Tanta comida hay en los graneros, tantas mujeres podían tener con hijos, para criarlos gordos y grandes. Sabemos que algún día venir huincas y quitar todo”. No estaba muy equivocado, no ha habido ninguna invasión blanca, pero creo que hoy en día no quedan muchos restos del cacique. Encontré hace algunos años a un mapuche grande, que me saludó diciendo que era hijo de don Cesáreo, pero creo que tiene un pequeño predio y no es cacique ni cosa parecida, solo el gran orgullo de llevar el mismo nombre. También había olvidado al guanito que yo tuve de compañía hace tantos años y me dijo que lo iba a traer. Cual sería mi sorpresa cuando llegó un gran hombre que me mira con cariño y me abraza efusivamente diciéndome que siempre me recordaba con cariño. Las niñas jóvenes de los mapuches hoy día se nombran paisana y casi todas se emplean en las casas, hoteles o residenciales y son orgullosas de sus uniformes o delantales blancos y una me decía con orgullo: “hoy día ser paisanos, todos ser chilenos.

Creo que hoy día ninguna Fresia tiraría a su hijo a los pies de su Caupolicán.


miércoles, 30 de marzo de 2022

Promesa de continuar lo iniciado el año 2018.

 En el año 2018, comenzá a transcribir un diario de vida, con muchos relatos de la señora E., una hija de alemanes, que se casó con otro descendiente de alemanes y se fueron a vivir a Pucón  el año 1912. No es trabajo fácil, ya que la letra de la autora es bastante complicada, pero es interesante lo que ella nos cuenta del Pucón de la segunda década del Siglo XX, de los araucanos y sus  costumbres y entre otras muchas cosas de la erupción del volcán Villarrica, que se llevó todo el trabajo que ella y su marido había realizado por varios años en el fundo de su propiedad llamado Los Chilcos. Mañana  subiré un relato sobre el Cacique Cesareo Antinao. En esos años se les decía araucanos y no mapuche.





domingo, 20 de marzo de 2022

Una familia con historia

 Hoy les transcribo una parte de una comunicación que mantuve  ocho años atrás con Miguel Schclarek y que me parece interesante de dar a conocer, ya que su  abuelo y uno de sus tíos tuvieron un negocio en el actual pueblo de Cochrane en la región de Aysén y por supuesto merecen ser recordados.

FAMILIA SCHCLAREK KLEINOT

 

Desde aquella Polonia repartida y dominada a lo largo de los siglos, la de las insurrecciones heroicas y de las duras represiones, la de las divisiones religiosas y de las discriminaciones de cultos y de etnias... parte Luís Schclarek (originalmente Icek Lajzer Szklarek) en 1911, tenía entonces 30 años, había nacido el 15 de mayo de 1881. Lo empuja la pobreza y cierta persecución por ser judío. En Plock, entonces un pueblo dormitando en la ribera del Vístula, quedan su esposa Raquel Kleinot (originalmente Rachel Ester Kleinot) con quien se había casado en 1904 y sus hijos Matías (Matus) de 7 años de edad, nacido el 23 de abril de 1905, León (Leib) de 4 años de edad, nacido el 26 de octubre de 1908 y Elías (Eliasz) de 1 año de edad, nacido el 25 de diciembre de 1910. Poco cuesta imaginar la despedida: apretadas las manos y los ojos enturbiados hasta perder la figura amada; en las gargantas, un “nudo” extraño de penas y de esperanzas: ...en América, la tierra de las buenas promesas ...pronto volverían a estar juntos...

Luís llega al Puerto de Buenos Aires donde en la oficina de inmigración como a tantos al ingresar a Argentina lo anotan modificando su nombre y apellido original.

 

Urgido por la necesidad de ganarse la vida se sumerge en el movimiento de esa ciudad desconocida. Se larga en busca de trabajo, tal vez con otros muchachos llegados con similares urgencias y con los que había convivido en esos días en que permanecían alojados en el viejo Hotel de los Inmigrantes, que funcionaba junto al puerto y en el que se instalaban hasta tramitar sus papeles. La Avenida de Mayo era uno de los lugares claves para iniciar la búsqueda, muchos europeos tenían allí sus comercios: confiterías, bares, hoteles, en esos tiempos y allí consigue Luís, ocuparse como ayudante de cocina, pelando papas en un clásico hotel situado en esa calle. Eligió ese trabajo porque no necesitaba conocimientos del idioma. Luís era un hombre relativamente culto para la época. En su Polonia natal había estudiado en una escuela religiosa judía y su profesión original era la talabartería. Luego de un corto tiempo ya con un poco mas de conocimiento del idioma tratando de buscar un lugar mas acorde con sus aspiraciones, busca y consigue trabajo de cocinero, en las cuadrillas que justo comenzaban la construcción de línea A, que va desde Plaza de Mayo a Primera Junta, primera línea de la red de subterráneos de la ciudad.

 

Y por fin se embarca rumbo al sur... y recala en Puerto San Julián. Siempre en el oficio que había adoptado, trabaja en la “San Julián Sheep Farming Co.” y en el Frigorífico Swift. Establecida la comunicación con la gente y con un mayor dominio del idioma, Luís se inicia en el comercio: se transforma en “vendedor ambulante” (cuentenik, fonéticamente, en el idioma idish), un “mercachifle a pie”. Con una valija, ofrece su mercadería a los compañeros de trabajo. Así comienza ese intercambio: posiblemente el pago no sólo fuera en dinero sino en frutos del país: pieles, plumas, etc.

 

Con una innata capacidad comercial, austeridad de vida y el tesón propio de aquellos inmigrantes, Luís va adquiriendo capital que invierte en un local y vivienda de chapa y madera, típico de entonces, en el que instala una “Tienda y Talabartería, Ramos Generales”.

 

La Huelga del 21 lo sorprende en esta actividad. Tenía en ese momento un camioncito para el transporte. Cuentan que la milicia quiso confiscárselo para utilizarlo en el transporte de tropas para reprimir el levantamiento obrero. Luís que había sido influido en su Polonia por las ideas del socialismo, propias de las luchas de principios del siglo XX, se rebela ante esto y rompe con un hacha las ruedas del vehículo... lo que ocasiona su detención y 24 horas “de plantón”, demorado en la comisaría.

Durante todos estos años, Luís permanece alejado de su familia. 2 o 3 años después de su partida, estalla la Primera Guerra Mundial (1914) y pierde todo contacto con los suyos; fueron años de soledad y de angustiosa incertidumbre en los que alentado por la esperanza, coloca todos sus esfuerzos en mejorar su situación para poder traerlos cuando finalizara la guerra. Por fin logra restablecer la comunicación en 1920. De inmediato les envía el dinero necesario para venir...pero no sería tan pronto el reencuentro. Un familiar aconseja a Raquel invertir en Polonia ese dinero en un negocio que parecía seguro, con el objetivo de viajar luego a San Julián con cierto capital. La inversión fracasa y debe pedir nuevos fondos a Luís que recién puede hacerse de ellos en un año más, en 1921. Para entonces, la inflación después de la guerra había hecho variar los precios y el nuevo envío de dinero alcanzaría para comprar solo 3 pasajes. Habían pasado muchos años desde la partida de Luís y Raquel pensó que si pedía mas, su esposo podría creer que ella lo estaba engañando. Por lo que sin avisarle toma la dolorosa decisión de emprender el viaje con el hijo mayor Matías que por su edad ya estaba en condiciones de ayudar a su padre en el trabajo y con Elías a quien por ser el menor no quiso dejar. León, el del medio, queda en Polonia con un tío. Recién en 1923 también él llegaría. Con solo 14 años cruza Europa en tren desde Plock hasta el puerto de Cherburgo, en Francia, donde debía embarcar. Al llegar a esta ciudad y antes de subir al barco intenta enviar un telegrama al tío en Polonia para hacerle saber que había llegado bien pero al cruzar una calle camino al correo, lo atropella un tranvía y queda internado en un hospital durante 1 mes perdiendo el barco. Debe esperar hasta el próximo viaje y por fin embarca el 29 de junio de 1923 en el vapor “Andes” llegando al puerto de Buenos Aires el 19 de julio de 1923. Sus padres no sabían que había pasado y al ver que no llegó en el barco en que debía venir decidieron regresar a San Julián. Es así que casi 2 meses después, nadie lo aguardaba a su arribo, por lo que una asociación polaca de las tantas que formaban en aquella época las distintas colectividades para asistir a los inmigrantes que venían, lo toma en custodia hasta que 3 o 4 días después un viajante de comercio, amigo de la familia y que venía de San Julián con el encargo de buscarlo, lo encuentra y le brinda ayuda para viajar al sur. ¡Finalmente la familia, luego de 12 años, logra reunirse! No hay duda que cicatrices afectivas profundas quedarían en ellos de tantos años de obligada separación y de la angustia de una guerra, modelando la personalidad de Matías, León y Elías.

Incorporados sus hijos a la actividad comercial, Luis, con una visión moderna del comercio, amplia su zona de influencia comercial e instala dos locales más en la zona cordillerana: una sucursal en Lago Cochrane (Chile) y otra en Lago Belgrano.

 

Matías, el hijo mayor, un joven que se destacaba por su fuerza física, enferma de apendicitis. El médico local Dr. De La Reta, que se enfrenta por primera vez con esta enfermedad creyendo que se trataba de una simple obstrucción intestinal, receta por error un purgante y bolsa de agua caliente. La apendicitis se transforma en una peritonitis irreversible y Matías muere en plena juventud con 21 años, el 18 de diciembre de 1926. En el cementerio local, se alza sobre su tumba, llamando la atención, un fuerte tronco con las ramas sesgadas, simbolismo de su vida rota.

 

León se casa con Elena Tolkachier el 26 de septiembre de 1942. Elena, cuyos abuelos habían llegado desde Ucrania a Argentina en 1896, provenía de una típica familia de “Gauchos Judíos” radicados en la Provincia de Entre Ríos y estaba de paso en Buenos Aires donde se conocieron siendo presentados por un familiar de ella. Pocos meses después, cuando muere Raquel su madre, León le propone casamiento y ella acepta estableciéndose en San Julián. Tienen 3 hijos, Matías, Miguel Fernando y Raquel.

 

Elías, luego de enviudar tempranamente de su primer esposa Micaela (Choly) Fernández, se casa el 14 de febrero de 1942, con Vesna Sumich y no tienen descendencia. Los padres de Vesna, de origen Yugoslavo y radicados originariamente en Punta Arenas, llegan a Puerto Deseado donde el Sr. Sumich había sido contratado para trabajar en la construcción del ferrocarril de Deseado a Las Heras. Su casa en Puerto Deseado, una de las primeras de piedra, todo un lujo para la época, es después del Banco Nación la primera del pueblo que contaba con cuarto de baño. Con el tiempo el Sr. Sumich compra tierras fiscales fundando la estancia “Los Toldos” donde se encuentra la Cueva de las Manos del Cañadón del Río Pinturas. Vesna y Elías se conocen en Perito Moreno entonces Lago Buenos Aires, en casa de una amiga común. Elías se encontraba trabajando en el negocio de su familia ubicado en el Lago Cochrane.

 

Raquel Kleinot fallece el 1 de mayo de 1941 y Luís Schclarek el 11 de octubre de 1945. Ambos descansan en el cementerio de San Julián.

 

A la muerte de sus padres, León y Elías continúan en sociedad con la actividad comercial y compran Río Blanco otro negocio más en la zona cordillerana próximo a Lago Pueyrredón. Con el tiempo los hermanos se separan y León se hace cargo del negocio de San Julián y Elías de Río Blanco.

 

León forma una sociedad comercial con Agustín Fernández y su hermano menor Pablo Fernández a la cual se integraría con el tiempo Aquilino Quintana reduciendo en ese entonces la actividad a una única casa comercial: la tradicional “Casa Schclarek” de la calle 25 de Mayo al 1044, que hasta hace no tantos años siguiera funcionando. Agustín había comenzado a trabajar en “Casa Schclarek” los primeros días de agosto de 1944., todavía en vida de Luís Schclarek. En una segunda etapa abren una sucursal en Caleta Olivia: Tienda “El Golfo”. En 1955 León se traslada con su familia Buenos Aires donde la sociedad comercial instala una oficina para potenciar la actividad lanera pero la crisis del sector llevó al fracaso este proyecto. León fallece en Buenos Aires el 19 de abril de 1995 a los 87 años de edad. Su esposa Elena Tolkachier hoy tiene 85 años y sigue viviendo en Buenos Aires.

 

Elías junto con su esposa Vesna, con un criterio muy progresista para la época y una tremenda capacidad de trabajo y organización, transforman Río Blanco am

mejorando la quinta que les brindaba frutas y vegetales para la auto subsistencia. Es así que se coloca un surtidor de nafta, algo fundamental para atraer viajeros, se mejoran las habitaciones del pequeño hotel, se instala un motor que genera electricidad para el ahora pequeño poblado en que se había transformado el negocio, lo cual a su vez permite la instalación de un transmisor de radio. En esa época venía gente de las estancias vecinas para ver por primera vez en la vida una lamparita de luz funcionando y “Don Elías” y “Doña Vesna” transformaron su transmisor en la posibilidad de contacto con “el mundo” para todos los habitantes de la zona ya sea para saber noticias del “pueblo”, enterarse del estado de salud de un familiar, comprar un remedio o hacer encargos que luego “El Cordillerano” traería el sábado a la tarde en su único servicio semanal desde San Julián. Ese lugar tan aislado de la “civilización” en donde la gente solía decir “bajo al pueblo” antes de recorrer los 600 km de camino de ripio que lo separan de San Julián, se transformó por la voluntad y el esfuerzo de sus propietarios en un lugar “vivible” para ellos, para los que trabajaban allí y trascendiendo su actividad el mero objetivo de lucro comercial en una actividad con un sentido social que abarcaba la pequeña región. En una época, Río Blanco llegó a tener hasta un médico que atendía gratis porque de su sueldo se hacían cargo Elías y Vesna quienes lamentablemente cambiaron el “boliche” por una estancia en las cercanías. Con el paso del tiempo Río Blanco fue decayendo hasta no ser hoy más que una ruina abandonada. Mas adelante Elías y Vesna se mudan a Buenos Aires vendiendo esta estancia para dedicarse Elías, como lo había hecho su hermano León, a la actividad de compra y venta de lana. Al igual que lo sucedido con su hermano, la crisis del sector hace que fracase en su proyecto. Elías fallece en Buenos Aires el 7 de mayo de 1980. Vesna, con 80 años, sigue viviendo en Buenos Aires.

 

Descendientes de León y Elena:

 

Matías(Mato) nacido el 24 de septiembre de 1943, es veterinario y desde hace 24 años vive en la ciudad de Nazaret en Israel. Se casó con Rita Alicia Stein y tienen 3 hijos: Valeria, Florencia y Lucas. Valeria tiene un hijo: Tom, primer y hasta ahora único tataranieto de Luís Schclarek y Raquel Kleinot.

Miguel (Bebe o Colorado) nacido el 17 de agosto de 1944, es arquitecto y en estos momentos está radicado en Buenos Aires después de haber vivido en Suecia y en España 21años. Tiene 3 hijos que viven en Suecia: Alfredo, Shai Pablo y Leandro Maaian. El primero de los hijos con María del Carmen Curutchet y los dos siguientes con Diana Mulinari.

Raquel (Quela), nacida el 24 de abril de 1949, vive en Buenos Aires. Está casada con Chacho Martínez . Tiene 3 hijos: Verónica, Manuela y Javier.

 

Hasta el momento Luís Schclarek y Raquel Kleinot, tienen nueve bisnietos y un tataranieto.

 

 

 

Fuente: MIGUEL SCHCLAREK TOLKACHIER

 



miércoles, 16 de marzo de 2022

Desde una esquina del sur del mundo

Es muy difícil mantener una constante en la escritura desde esta equina del sur del mundo. Hoy estuvimos desconectados de internet, sin poder recibir ni hacer llamados, sin la posibilidad de leer algo interesante y mucho menos de escribir y publicar. Hubo un poco de viento, pero no tanto como estamos acostumbrados. Felizmente llegó la barcaza y en ella mi nieta Constanza que viene desde un intercambio en Canadá y que llegó ayer a Coyhaique pero no pudo viajar por Puerto Cerrado. l

La verdad es que el puerto pasa cerrado constantemente y nos llama la atención, ya que quienes hemos nacido en este pueblo lacustre, hemos viajado con muchos temporales y en días peores, pero en fin, luego de casi tres meses de que mi adorable nieta estuviera en Canadá, específicamente en Toronto, solo queríamos que llegara y poder seguir disfrutando de su alegría. Hoy también tuvimos la alegría de saber que nuestro nieto Valko Ignacio, que estudió Robótica y mecatronica, por fin pudo encontrar el lugar donde hacer su práctica y Dios mediante, hasta podría irse a presentar su trabajao a un Congreso Internacional. Puras alegrias y entremedio,  la nunca bien deseada visita al dentista para una limpieza  que siempre es necersaria. Les estoy hablando de cosas personales y son casi las doce de la noche, pero estoy contenta y agradecida de Dios y de la vida que me permite vivir en un remoto pueblo del sur de Chile, donde la vida transcurre plácida y serena. Ya vendran tiempos de hablar de nuestra historia. Un gran saludo a todo


quienes leen este blog

martes, 15 de marzo de 2022

Un nuevo comienzo

Parece que cada dos años me dan ganas de escribir en este blog. Pero la verdad es que he decidido retomar esta actividad y esforzarme para ir contando historias desde esta suranía llamada Aysén. Pretendo escribir de todo, de lo humano y lo divino y matizar los  comentarios sobre mi tierra, con otros comentarios de lo que sucede en mi región, en Chile y el mundo. Parece que el horno no está para bollos.Además de la pandemia, que por cierto no ha terminado, ahora estamos con la invasión rusa a Ucrania, Una invasión que estremece. por la crueldad, pero los rusos nunca se distinguiereon poir ser seres benevolentes y ahí esta el señor Putin, amenazando al mundo con una guerra nuclear. . En tanto en Chile hay un cambio de gobierno y el nuevo Presidente, que es magallánico por nacimiento y familia, está viviendo sus primeros días en la casa de gobierno y solo deseamos que lo haga bien. 

Les dejo esta heremosa foto de un atardedecer de mi pueblo

martes, 31 de marzo de 2020

Un saludo a mis amigos

Llevo dos años sin publicar nada en este blog. No se si este momento será el mejor para comenzar de nuevo a contar historias.Todos estamos estresados, con miedo, con preocupaciones por nuestros familiares  que están lejos, en mi caso, mis dos hijas no están a mi lado, una en Coyhaique con su marido y mis dos nietos y la otra en Guayaquil, con su marido y mis dos nietos. Aunque hablamos todos los dias, las noticias del mundo no son para estar  relajados.Mi único hermano, a quien adoro, se encuentra en Los Lagos en la regiòn de los Ríos y muchos de mis familiares se encuentran en Santiago en cuarentena. Soy una persona creyente y oro no solo por los míos, oro por mis amigos que viven en Europa, en Estados Unidos, en Argentina, en Brasil y le pido a Dios los proteja.
En mi pueblo, todo esta en calma, igual llevo 20 das sin salir de casa, pero acá, con la Gracia de Dios, no tenemos ningún caso deCovid 19.
Quiero dejarles una hermosa foto, cuya autoria desconozco, de la Capilla de Mármol. Una vista para reconfortar el alma

sábado, 20 de octubre de 2018

Un saludo

Han pasado diez meses sin que escriba nada en el blog, Podría  dar cientos de disculpas. pero la verdad es una sola: La artrosis que este año muy tempranamente me ataco a los dedos lo que me ha impedido escribir con tranquilidad. Ya vamos mejorando y espero retomar este blog.

jueves, 18 de enero de 2018

La Machi Araucana




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Siguiendo con la transcripción de los escritos del cuadero de la señor E, del cual les hablé en la entrada anterior, hoy les presento su mirada sobre la machi y algunas costumbres de los araucanos, que ella conoció  en el año 1912, cuando se vino a vivir desde Valparaíso a Pucón. 

La transcripción se hace tal como ella lo escribió en sus cuadernos. Este artículo lo escribió en el año 1967.

"La machi de los araucanos"


Esta era un personaje especial e indispensable en la tribu. Era siempre una mujer vieja, muy arropada de negro y que rara vez se le veía, pero cuando la buscaban llegaba con la cara tapada, no hablaba con nadie, se dirigía al enfermo que siempre estaba en un rincón oscuro. Echaba a todos para afuera y empezaba a trabajar con su paciente. Habla fuerte varias palabras que nadie entiende, le hace una cruz con un agua que ella trae y en la parte más afectada empieza con masajes. Después se va con mucho sigilo y dice que ant.es que canten las diucas junten los orines y se los lleven antes de que salga el sol. Cuando salía el sol lo exponían a los rayos y a medida que subía el sol, leían en este líquido todos los males habidos y por haber. Enseguida cocían sus yerbas y otras las machucaban harto y luego se dirigían como los galenos todos los días a hacer sus remedios a los enfermos, con ventosas, enemas que ellas tenían sus instrumentos hechos de vejigas de algún animal. Por suerte no existían las infecciones en esos parajes. Y si algo sucedía era porque se había metido el Pillan o diablo, o le había  cantado a alguien el chucao, pájaro de muy mal agüero y entonces era fuerza mayor.
En estos casos ahumaban al difunto un par de días en una zaranda especial, durante los cuales se juntaban todos los vecinos, incluso parientes de lejos, que venían a caballo por días Estos venían a llorar en voz alta y a mencionar todas las buenas cualidades del difunto, parece que no se largaban a pelar y contar chascarros en ese tiempo. El mayor de los orgullos era que ningún convidado se quedara con hambre o sed, todos ayudaban a carnear y a acarrear aguardiente o muday.
El sahumerio se había con ramas de laurel y canelo, que eran plantas sagradas, daban un humo muy fuerte, así que no costaba mucho llorar a moco tendido. Cuando moría algún dueño de casa, construían entre todos de un tronco grueso, una canoa, en ella ponían hojas frescas de laurel y canelo, un palo con un cuerito blando para apoyar la cabeza, enseguida colocaban un cantarito  con muday y otro con pan ,trigo y de todos los alimentos para que pudiera alimentarse durante el trayecto a la otra vida, también sus espuelas de plata y un cantarito con plata sonante, por si estaba en apuros. Creían en la reencarnación pero en otro ser humano. La viuda quedaba viuda toda su vida, si había un hijo grande este tomaba el mando al que se subordinaban todos. No existía la moda de Hollywood, que la mujer se seguía casando. Ella esperaba muy triste  hasta el día de su muerte para reunirse con su marido.
En el hombre era distinto, pronto escogía una guaina para mujer, él no se podía quedar solo. Contaban que un mapuche decía: “Morir mujer ser muy triste, pero tiene remedio, pero morir caballo ser mucho peor no encontrar otro igual”

martes, 16 de enero de 2018

Viaje a Pucón año 1912

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En el año 2014 comencé a publicar este relato. Ahora lo completo y vuelvo a repetir las entradas del 2014 con la finalidad de darles a los lectores  el relato completo.




Hace mucho tiempo, cerca de 25 años, mis hijas, en ese entonces jóvenes adolescentes, se hicieron amigas de un jovencito coyhaiquino que vino a pasar un verano a Chile Chico, era un niño muy agradable al que solíamos tener de invitado a casa en forma cotidiana. Al enterarse que yo escribía me contó que él tenía unos cuadernos pertenecientes a su abuelita y que me los traería. Así fue. En una de sus idas a Coyhaique me trajo los dos cuadernos, manuscritos, el uno con reflexiones escritas por la autora a partir de 1967 y el otro con comentarios políticos  escritos entre 1972 a 1973. El joven amigo de mis hijas me dejó los cuadernos, luego se fue y nunca supe más de él. Tampoco he sabido el nombre de su abuela, solo hay un papel que dice el nombre de su esposo y como está manuscrito, es un poco complicado escribir bien el apellido, pero dice algo así como  Fernando Gudesnchvage Finder y la autora pone su nombre en la tapa de uno de los cuadernos como E de Gudesnchvage. Conservo intactos esos cuadernos que no me pertenecen , tan intactos que entre sus páginas hay guardadas  algunas hojas con anotaciones y alguna propaganda comercial. Cuento todo esto porque he decidido dar a conocer parte de esos escritos que reflejan distintas épocas de la vida en Chile. Por ejemplo ella nos cuenta que nació en Viña del Mar, que estudió en el Liceo Alemán y se caso en el año 1912  y nos relata lo que fue su viaje desde Valparaíso a Pucón en el año 1912 y de manera muy amena nos va contando como era Pucón en aquellos años, como eran los guilatunes, las machis araucanas, las meicas o curanderas, como fue la invasión de ratones en el año 1914 en Pucón etc. La autora era una mujer con muchas inquietudes y leyendo estos cuadernos  uno se da cuenta que el tema político le apasionaba. Cuando ella enviuda se viene a vivir a Coyhaique , al parecer junto a una hija que estaba casada con alguien radicado en la zona y nos va relatando la vida de Coyhaique, los sucesos importantes de la ciudad y otras muchas cosas más. Hago hincapié de que los textos los transcribiré textuales, respetando la gramática y la ortografía de su autora.
Hoy comenzaré con un simpático artículo titulado HOMO SAPIENS (escrito en 1967)

"Yo no comparto la teoría de Darwin  que descendemos de los monos, pero que en la naturaleza hay una línea parecida entre los monos y nosotros, si. Esto se nota mientras más nos observamos a nosotros mismos y a nuestras manos. Nunca me olvidaré cuando un caballero mayor que estaba en Pucón para buscar plantas oriundas de Chile como papas etc., me ve con una hijita de seis semanas y me pregunta si la puede ver bien. Cuando le puso los dedos debajo de sus pies, se encogieron los dedos como para pescar, después le observó bien la cabeza y muy contento me dice: Muchas gracias, ahora estoy completamente seguro de que descendemos de los monos. No supe que contestarle, recuerdo que no me sentí demasiado halagada, ya que yo hallaba completamente normal a mi chiquitina. Ahora, después de cuarenta años, cuando veo los monos en el zoológico con mis nietos u otros chiquitines, siempre veo ante mí la cara feliz de aquel científico que en mi hija adquirió la convicción que nuestra humanidad descendía del




Viaje a Pucón en 1912


El viaje desde Valparaíso a Loncoche se hizo sin novedad, o sea novedoso por los distintos pueblos del sur donde a menudo salían a la estación, mapuches a vender sus tejidos, que eran su negocio, las avellanas tostadas, los chupones y algunas cosas de alfarería  que yo miraba sin ocurrírseme para que servirían, más tarde aprendí a usarlas y hpy día son adornos de muchos grandes salones. Al fin se llegaba a Temuco, donde paraba el tren mucho rato. Allí si que habían muchos araucanos con sus preciosos tejidos, desde las prácticas alforjas hasta los lindos ponchos que solo ellos hacían tan bien y los teñían con colores que sacaban de las plantas y flores y que no se desteñían con nada. Eran en todo sentido, artículos de lujo. Compramos varios sin saber que aquellos se iban a colocar en las ventanas en protección del frío temporal y para que no pasaran las balas locas. Llegamos a Loncoche, un pueblo sin importancia pues Pitrufquén era la cabecera del departamento. Cerca de la estación había un hotel casi exclusivamente para los viajeros comerciales y pasajeros del tren. Durante el día bastante triste, buena comida y bastante chicha de manzana pero desde la tarde a media noche se oía mucho ruido y risas pues se juntaban los caballeros a tomar sus copas y a jugar, parece que era la única entretención. Era fin de marzo y me decían que en octubre podía empezar el buen tiempo, pero que entre medio venía el veranito de San Juan y este duraba a veces hasta una semana. Yo suspiraba pero pensando que la gente aumentaba tanto las cosas y como sabían que yo no sabía ni sé nada, querían meterme miedo.
Pero muy luego note que seguía lloviendo a chuzos y las calles eran verdaderos barreales pues las veredas eran reemplazadas por troncos y bastante altos, esto servía para apearse del caballo decían.
Delante de las casas había un varón grande para atar las bestias que eran muy dóciles y tenían una paciencia increíble, pues sus dueños a veces  se calentaban el cuerpo días enteros después de haber hecho sus compras, ellos los nombraban “los vicios”. Estos consistían generalmente en cigarrillos, yerba, azúcar, fósforos y jabón y se me olvidaban la botella de parafina para el chonchón, no existían los cómodos tarros de Esso y cuando el corcho no era bueno y el jinete llegaba a todo galope a su casa, no solo él estaba emparafinado sino que el azúcar, la yerba y los cigarrillos igual .Más de una viejita que esperaba días enteros su yerba para el mate, se tenía que tonificar y se decían entre ellas: Comadre tiene un poco de parafina pero dicen que es buena para el pulmón, una meica receta 10 gotas en un terrón de azúcar y yo no creo que la yerba tenga más que eso.
Por fin un día mi marido le escribió a su hermano Otto a Villarrica que mandara el primer día bueno una carreta lo más apropiada para mi viaje. Esta carreta reconozco que fue arreglada con mucho cariño  con un toldo grande de carpa y varios sacos de paja para amortiguar los golpes, los mejores bueyes gordos para sacar la carreta del pantano. Yo emprendí el viaje sola, con un viejo servidor de mi cuñada y su viejita para acompañarme y al mismo tiempo hacer sus compras en el pueblo. Yo miré este vehículo y lo encontré bastante divertido, cuando se es joven gusta todo lo nuevo y divertido.
Al siguiente día temprano emprendimos el viaje, yo sola con este matrimonio pues mi marido tenía que ir a Valdivia para comprar los víveres para todo el invierno, no podíamos esperar el veranito de San Juan. Llovía, llovía y llovía y empezó el viejecito a canturrear “parece jardín, parece jardín. A la media hora fastidiada con su canto y con tantos golpes pues para no sumergir la carreta en el barro había troncos gruesos atravesados y las ruedas eran de palo macizo, saltaban alegremente de un tronco a otro, eran tantos los golpes que a veces casi tumbaban la carreta y los sacos de paja bailaban de un lado a otro, pero mi buen carretero seguía cantando “parece jardín”, de repente le digo fastidiada “oiga iñor que es lo que parece jardín” y él lleno de bondad me dice: Los bueyes señorita, este es Parece y este es Jardín y me los presento alegremente con la picana. Esto fue una pequeña alegría. Una hora más tarde le pregunto a la buena viejita ¿Señora nos falta mucho?, no es mucho me responde, son dos lomas no más, después de la primera llegaremos a Huiscapi y allí llegaremos a merendar. Para no aparentar más ignorancia no le pregunte nada más. A medio día paró la carta y la buena señora se acerca a mí y me dice con disimulo y cariño: Si su  mercé quisiera miar, allí hay matas y mi viejo no mira nunca. Francamente se lo agradecí y le dije con discreción que estiraría las piernas un rato pues me dolía todo el cuerpo con los golpes y la viejita me miró con cariño y me dijo ¡tan jovencita y tan señorita!. Cuando me bajé de la carreta, ella me gritó ¡para ese lado está mejor y me muestra unos cuantos boldos bien tupidos. . Cuando los bueyes y todos habíamos “estirado las piernas” siguió el viaje de la misma forma. Hubo otro descanso detrás de una loma y fue para sacar el termo con café y comer unas presas de pollo. Les convidé a mis amigos (pues se dice que a golpes se hacen las amistades). Yo tomé mi café y ellos hicieron un fuego para calentar agua para tomar mate y tomaban ambos. De repente la viejita le pasa el pañuelo a la bombilla y me pasa el mate diciéndome: tenga la bondad de aceptarme un matecito. Yo avergonzada le dije, no muchas gracias, yo no tomo mate, pero ella insistía diciendo que el mate era bueno. No encontrando otra disculpa, le digo Yo no chupo donde chupan otros, parece que la ofendí, pero después reaccionó pensando que yo no era de la región y me dice: Estoy segura que si se queda algún tiempo le va a gustar el mate.

Seguimos nuestro camino silencioso solo con el cantito “parece jardín” que nos acompañaba. Yo traté de dormir lo cual no fue posible porque de repente un golpe fuerte me recordaba que no estaba en la cama sino que en la carreta. Yo quise arreglar algo la situación y le contaba de Valparaíso y Santiago, lo que les gustó mucho y me preguntaron si era muy bonita La Moneda donde vivía el Presidente y que yo seguro le conocería todos sus salones elegantes, a lo que no sabiendo mentir les conté: ¡Claro que conozco La Moneda pero sus salones no!. Y me decían: sus papás deben haber estado en el palacio y yo para no  desilusionarles mucho les dije que mi papá pasaba a veces por ahí. Charlamos varias horas y se olvidaron de que yo no quería chupar mate con ellos. Volví a preguntar ¿falta mucho?. Me dijeron detrás de esa loma  viene Huiscapi y llegaremos  a la merienda donde las señoritas Rivera, son muy buenas y tienen muy buena casa, ya están avisadas y la recibirán muy bien. Tienen camas muy elegantes y ellas mismas bordan y tejen a crochet, así que tienen  los almohadones más lindos y todo almidonado y le diré que no reciben a cualquiera, solo a la riquería. Yo miraba y miraba y me parecía que la loma no aparecía nunca. De pronto ¡qué alegría!, la loma se corrió y estábamos atrás, esto era un bajo, por consiguiente la peor parte del camino y dice el viejito ¡ parece que  vamos a tener que apearnos!. Yo miraba el gran fango y pensé ¡tanto machucarse para quedarnos por secula en el barro!, pero luego el viejito se bajó y con energía picaneó y gritó a los bueyes, unos cuantos tirones y salimos del fango y el carretero dice muy contento ¡Por suerte tenemos un pértigo nuevo.
Por fin vimos la casa de las señoritas Rivera, primero salieron diez perros grandes, luego las dos señoritas muy arregladas y otros pocos perritos chicos detrás. Me llevaron casi en andas, la casa muy aseada con una gran estufa y grandes alfombras hechas por ellas. Me calenté un rato y cuando ya pude andar me llevaron al dormitorio. Todo lo que me había dicho la viejita era poco en cama elegante. En el almohadón grande había en preciosos colores un par de palomas que se besaban. Yo les admiré mucho los bordados y me contaron que la seda era importada. La comida era muy buena y abundante y cuando me preguntaron si quería acostarme tenía la clave para mi palabra ignorada. No supe como caí en la cama, solo recuerdo que varias veces desperté asustada pensando que mi carreta se daba vueltas. Al siguiente día, temprano, una de las señoritas me trae personalmente el desayuno en una  bandeja en la que había de todo. Yo le dije que no podría comer tanto y ella me dice coma no más ¡se vé tan flaquita!. Cuando ya estaba en la mitad del desayuno  se asoma muy prudente mi carretero y me dice que es hora de seguir el viaje, que no llueve muy fuerte y si esperamos nos pillará la lluvia por el camino. Saltar de la cama y estar lista en la carreta fue de un santiamén. Me despedí con mucho cariño de las dueñas de casa y partimos de nuevo con la tonadita de parece jardín. Oscureciendo llegamos a Villarrica. Fue un gran gusto llegar a una casa donde me recibieron con gran cariño en una casa que no siendo muy grande encerraba un gran corazón.
Mi cuñado Otto y su señora fueron muy cariñosos conmigo. Tenían una cocina grande que era el hogar de la familia. La gran estufa prendida todo el día en el invierno. Todos nos sentíamos muy confortables, era la lumbre del hogar en todo sentido, era mucho más acogedor que una chimenea prendida en un living del norte.
Pasan varios días, esperamos un día sin temporal ni puelche para atravesar el lago Villarrica y llegar a Pucón. Por fin llegó el día tan esperado y nos embarcamos en el vapor de mi cuñado con su esposa y familia. Era el primer vapor construido por él mismo  con la ayuda de un técnico H.Felis, que venía de un astillero de Valdivia. El viaje fue muy agradable, íbamos caleteando por la costa del lago Villarrica que en ese tiempo era muy bonito, casi en todas partes llegaban los bosques al mismo lago y muchas veces se reflejaban en las aguas cristalinas. En una parte llamada en ese tiempo “Los Riscos” atracó el vapor a dejar correspondencia, pues era la única manera en esos tiempos para esas gentes de conseguir sus cartas o telegramas urgentes. De allí directamente a Pucón, de lejos se veía la península muy pintoresca, me contaban que le pertenecía a don Clemente, que estaba como treinta años allí, cuando había un boquete pequeño para atajar los malones de los araucanos. Cuando pregunté asustada si eso existía todavía me dijeron que ahora no quedaba nada más que la casa de la aduana con su jefe y un par de matones, pero estos solo para atajar los arreos que venían de Argentina, los arreos chicos, pues los grandes daban otra vuelta y por lo general eran grandes señores, pero eso cambió luego.
Así llegamos a mi nueva Patria, pues esto no parecía pertenecer a Chile. Pucón estaba entre el lago Villarrica a los dos lados y el potrero de resguardo, terreno fiscal reservado para resguardar la frontera. En verdad esto no podía llamarse pueblo, en la orilla de la playa, en las dos puntas las dos casas comerciales y en el medio de la plaza, la aduana con su matadero, es decir un arco donde se carneaban los animales que eran la multa de algún papel extraviado  o el pago de un pobre arriero que traía un par de animales. Esto era muy práctico porque para diez o quince familias que formaban el pueblo con sus alrededores no se podían tener una carnicería o un matadero. A un lado de la plaza habían varias casas, una era el correo y telégrafo en otra vivía una viejita que daba clases, parece que cobraba dos pesos mensuales. Me decían que la viejita era tullida, pero los niños aprendían muy bien. Se contaba que cerca de ella manejaba  una varilla larga, eran los tiempos que la letra entraba con sangre. A ese mismo lado vivía doña Matilde, que era la única casa de pensión para los pasajeros comerciales y gente que pasaba por el paso para Argentina. Al frente de la plaza la casa de mi cuñado, la cual había arrendado mi marido por dos años porque no creíamos que nos quedaríamos por más tiempo. Quien creyera que nos quedamos hasta 1948 cuando el volcán pasó por nuestro pequeño campo y se llevó en un momento todo lo plantado y trabajado, dejando un saldo de tremendas piedras, palos y raíces que bajaron por la  En ese tiempo habían en Pucón solo dos calles, una que iba directamente desde el muelle a la punta de la plaza donde estaba el negocio de don Clemente y se nombraba por su nombre y de aquí se atravesaba al sesgo  la plaza y se llegaba a la calle única a la alameda de don F. Kause y seguía a Argentina. Esta calle no tenía nombre pero en sus tres o cuatro cuadras había unas ocho casas. No sé cómo se llama ahora, pero creo que debiera llamarse “Doña Claudina”. Era la casa más arreglada y en las tardes cuando terminaban de cantar los sapos y ranas empezaba el canto de doña Claudina. Contaban que las niñas tenían muy buena voz y que doña Claudina tocaba divinamente el arpa. Yo la oía de lejos cuando ya cantaban las notas más altas quizás porque los ánimos estaban de acuerdo con las notas. Por fin un día tuve la oportunidad de conocer a la famosa Claudina. Fuimos al potrero de resguardo a cazar torcazas y pasamos por el frente de la casa de doña Claudina. Ella salió a la puerta y dice con malicia: “Don Fernando, que hace tiempo que no lo veo por aquí, parece que ya no recuerda cuando venía con sus arreos y tocaba tan bonito la guitarra”. Mi marido muy confundido le dice: “Parece que me confunde con un hermano, somos muy parecidos”. Ya íbamos llegando al potrero de resguardo y todavía se oía la cantante risa de doña Claudina. Debo agregar que en ese tiempo realmente pensé que se trataba de una equivocación.
Llegamos a casa a pelar las torcazas con la ayuda de un viejito holandés que nos contaba que había sido marino y una mala maniobra lo dejó en la zona. Era un excelente ayudante, secretario, cocinero. Muy leal y cariñoso y me cuidaba como a una hija. No hablaba castellano y tenía sus palabras raras pero nos entendíamos en alemán. Todos lo llamaban “Muchaico” porque el usaba una palabra parecida. Con el tiempo descubrí que esa palabra quería decir marco de puerta o marco de ventana. Él no se hacía problemas con su sobrenombre. Él era nuestro cocinero, claro que no había mucho para elegir: truchas, torcazas y carne de cordero y muchas papas. Si alguien me hubiese dicho que en Chile se importarían las papas me habría reído con más fuerza que doña Claudina, pero así fue. Recuerdo que muy de vez en cuando alguien carneaba un vacuno y una vez mi marido compró una pierna y tuvimos carne por toda la casa. Incluso Fernando le regaló a algunos vecinos, pero uno de ellos le mandó el regalo de vuelta. Después supimos que pensaban que Fernando le había puesto veneno. Eso me desesperó, pero en general la gente era muy desconfiada y yo me contagié con eso y con los años aprendí a ir personalmente a comprar la carne y elegir los cortes. Así pasamos el primer invierno en Pucón. Con buen fuego y bastante leña que se recogía en la playa. Mi marido escribía para El Mercurio dando a conocer las bondades de la zona que según él, algún día sería la Suiza chilena que tenía un gran porvenir y que había que trabajar para conseguir un ferrocarril para sacar las grandes riquezas madereras de la zona. En ese tiempo se pelaban los lingues y esa cáscara se mandaba a Valdivia y se exportaba a Alemania para curtir las suelas. Muchos años después, se verían cumplidos los sueños de mi marido pero él no alcanzó a disfrutar nada de eso. Lo único que alcanzamos a pescar fueron salmones pues en 1911, el señor Alberto, Jefe de Piscicultura había puesto las ovas en varios esteros. (Continuará)
En esos tiempos había truchas y pejerreyes, e incluso bagres, pero estos solo salían cuando pescaban con dinamita, por suerte, esto no estaba al alcance de todos.
El verano siguiente nos fuimos a Valparaíso a esperar nuestro primer hijo. Cuando volvimos, estaban las chapas dela casa rotas, se habían robado lo que quisieron, por suerte mi marido había levantado una tabla del piso debajo de una alfombra, allí había puesto las armas, que tenía varias muy buenas, las balas y algunas cosas de valor.
Muchaico andaba en Villarrica para avisar al Juez y cuando llegó, llorando decía que primero habían robado la correa matriz y varias herramientas en el sitio de la playa donde se había instalado un aserradero, el primero en Pucón, y se había traído un gran motor a vapor desde Valparaíso en tren  a Loncoche y de allí con seis yuntas de bueyes a Pucón. Muchaico lloraba a gritos y que no nos quedáramos; porque corrían rumores de que si no nos íbamos a la buena, nos liquidarían. Parece que mi marido no convenía a los intereses creados. Nos quedamos solos y sin poder aserrar ni moler, porque en el molino que tenía piedras francesas, habían puesto grandes pedazos de fierro y al probar saltaron los pedazos. Nos quedamos todo el  invierno solos.
Nuestro amigo Cesario Antinao nos trajo una indiecita y un chico mapuche, el decía: la guaina para el Patrón, y si no quiere obedecer, dale palos y así te va a querer y estará contenta y el gueñesito me lo regaló a mí, para que te cuide la guagua me decía. Era un guatoncito de unos ocho años más o menos, sus ojos eran dos uvas negras que brillaban en su carita morena, siempre sonriendo y no terminaba de mirar a la guagua, lo que le molestaba parece, era el pelo, que según él era lana de oveja. A los pocos días le veo un tremendo piojo negro y cuando lo miré me dijo con mucho cariño: con este va a criar pelo el pobrecito. Yo le celebré su idea pero le corte el pelo al rape y le puse parafina. Lo malo fue que como el pelo era muy grueso y yo no sabía pelar, le corte un poco la punta de la oreja, cuando vio la sangre no lo pude tranquilizar, el gritaba desesperado ¡me marcaste, Yo no soy oveja! Solo cuando ya no sangraba y se vio en el espejo se conformó y me dijo con cariño: yo no soy animal, yo soy tu gueñesito.Entonces lo besé con cariño y susto. Fue fiel a nosotros hasta que nuestro hijo andaba y él le enseñaba las primeras palabras en castellano, era muy divertido oírlo hablar mitad alemán y mitad chileno, pero a medidas que iba creciendo le enseñaba palabras chilenísimas, cuando yo le dije que no le enseñara esas palabras, me dijo que él las decía cuando estaba enojado no más.
María también nos salió buena, pero un buen día no estaba y a los dos días la trajo Antinao al anca y la castigó brutalmente delante de nosotros, a pesar de que yo le gritaba de que no le pegara más, la castigó hasta cansarse. De repente le dijo que pidiera perdón y le dijo a Fernando: Tú ocupar de mujer, entonces no irse nunca. Yo me enfermé con todo esto y le rogué que la llevara, que no tenía nada en contra de ella pero que se la llevara por favor.
Entonces almorzamos juntos y cuando la llevó le regalé ropa y le pedí que por favor  que no la castigara nunca más, que era muy buena…
Fin del relato.